Ella estaba sentada, y no me atreví a mirarla. Estaba tan sola como si hubiera acabado su historia.
La silla apenas poseía una región de su alma. La última pared de aquella casa resistía a los embates de un viento oscuro, que amenazaba con arrastrarla al otro lado, del que jamás se vuelve. No supe jamás quién era, ni porqué acudió a visitar mi mente. La ví fugaz, como unnretazo de otro lugar del que sólo queda en el aire un ténue olor envejecido.
La silla apenas poseía una región de su alma. La última pared de aquella casa resistía a los embates de un viento oscuro, que amenazaba con arrastrarla al otro lado, del que jamás se vuelve. No supe jamás quién era, ni porqué acudió a visitar mi mente. La ví fugaz, como unnretazo de otro lugar del que sólo queda en el aire un ténue olor envejecido.